Recrea visual y emocionalmente el refugio más íntimo en donde pudimos haber estado, el útero materno. A través de una técnica experimental y texturas envolventes, esta pieza sugiere las paredes protectoras del vientre, simbolizando ese estado de calma, amor y seguridad que precede al nacimiento. Es un viaje hacia el origen, un recordatorio de que fuimos profundamente amados incluso antes de existir plenamente en el mundo. Esta obra nos invita a reconectar con esa paz interior que permanece viva, para sentirnos protegidos y tranquilos más allá de cualquier tormenta.